Relato de un náufrago | Reseña
- Andrea Villa
- 29 oct 2015
- 2 Min. de lectura

Las reales causas del naufragio, era que el destructor A.R.C Caldas dio un bandazo por el viento en la mar gruesa, se soltó la carga mal estribada en cubierta, y los ocho marineros cayeron al mar. Esto implica tres faltas enormes: primero, estaba prohibido transportar carga en un destructor; segundo, fue causa del sobrepeso que la nave no pudo maniobrar para rescatar a los náufragos, y tercero, era carga de contrabando: neveras, televisores y lavadoras.
El relato, como el destructor, llevaba también mal amarrada una carga política y moral. La dictadura, de acuerdo con una tradición muy propia de los gobiernos colombianos, se conformó con remendar la verdad con la retórica: desmintió en un comunicado solemne que el destructor llevara mercancía de contrabando.
García Márquez decidió, junto con el náufrago Luis Alejandro Velasco escribir la historia en primera persona. ‘‘Por fortuna, hay libros que no son de quien los escribe sino de quien los sufre, y este es uno de ellos’’. Decidió que los derechos de autor serian para el náufrago: ‘‘el compatriota anónimo que debió padecer diez días sin comer ni beber en una balsa para que este libro fuera posible’’.
El episodio más dramático de la historia fue el instante en que el náufrago estaba esperando a que Luis Rengifo se acercara lo suficiente a la balsa para salvarse. El náufrago notó que su compañero se fatigaba, se desesperaba y le gritaba mientras se hundía. ‘‘Traté de remar, pero seguía siendo inútil, como la primera vez. Hice un último esfuerzo para que Luis Rengifo alcanzara el remo, pero la mano levantada, la que pocos minutos había tratado de evitar que se hundieran los auriculares, se hundió en ese momento para siempre, a menos de dos metros del remo…‘‘
La obra tiene un sentido crítico frente a los medios de comunicación porque en ese momento la prensa estaba censurada, y el problema diario de los periódicos era encontrar asuntos sin gérmenes políticos para entretener a los lectores. Por otra parte, los medios de comunicación buscan el sensacionalismo, persuadir a un público específico dando protagonismo a alguien en particular, a veces, ocultando o evadiendo cierto tipo de información.
En mi opinión, como lo decía Gabriel García Márquez en el texto, el arte de narrar, la capacidad de síntesis y la memoria del náufrago son asombrosos. La historia narrada en primera persona introduce al lector en la historia, le hace sentir aquellas sensaciones narradas por el náufrago, incluso el miedo que sentía mientras estaba en el destructor, la impotencia de ver desaparecer a sus amigos en el mar, el desespero que al principio sentía cuando llegaba la noche y lo eternas que se hacían cuando no lograba conciliar el sueño; la emoción que emanaba su rostro al ver los aviones y las gaviotas en el cielo, y el temor que le daba cuando se llegaban las 5:00 de la tarde. La descripción detallada de cómo mató a la gaviota permite sentir el cuerpo, la sangre viva y caliente del animal.
El momento más bonito de la historia fue ‘‘—La avioneta está lista para llevarlo a Cartagena. Allí lo está esperando su familia’’.
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