Diáfana Silueta
- Andrea Villa
- 12 ago 2015
- 1 Min. de lectura

Abrí los ojos, todo parecía estar nublado, pero cerca, muy cerca de mí había una silueta, tan diáfana y nítida que podía sentirla, olerla, incluso admirarla.
Ella sintió mi respiración y tomó mi mano con delicadeza, pude reconocerla, parecía preocupada e inquieta. Miré a mí alrededor, todo se veía blanco, había médicos corriendo de un lado a otro y mi madre no dejaba de mirarme con angustia.
Mi corazón se aceleró y no pude soportarlo, comencé a llorar desconsoladamente. Habían pasado solo un par de minutos después de haber estado en la fiesta de cumpleaños - ¿Qué hago aquí?, pregunté perturbada. Mis manos estaban frías y mi cuerpo temblaba, ella intentó tranquilizarme, movía sus labios intentando contarme, pero yo no recuerdo nada.
La noche del mes de julio, todos salieron a mirar qué había pasado, se oían gritos, constantes y había desesperación. En medio de la carretera había un hombre con una mujer en sus brazos, intentaba pedir un taxi con urgencia. El tiempo parecía detenerse y la sangre corría con mayor ligereza.
‘‘Recuerdo que tocaron la puerta y mi esposo salió apresurado sin decir nada. Yo estaba en la cocina y salí a ver qué pasaba. La carretera estaba llena de personas y mi esposo intentaba tomar un taxi con desesperación. Mi hija estaba ahí, en sus brazos, totalmente inmóvil, totalmente herida’’.
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